Un producto llamado información ¿Qué hacemos a la hora de dar a conocer?

 

 

Por Lic. Jessica Ferradas (*)

Para Emprendedores21

Dentro de la formación periodística no existe espacio curricular tan complejo para definir como aquellos que tratan tópicos relacionados con la redacción o el perfil profesional. En estos campos, la confusión y la mezcla de paradigmas y visiones suele ser un terreno oscuro en el cual “enseñar” es una misiva demasiado compleja.

 

Y esto no ocurre por casualidad. En realidad, el campo periodístico siempre se ha distinguido por sus alternativas híbridas que se asientan en un terreno pantanoso de difícil explicación y, por ende, cada uno toma la vía que cree más conveniente.

 

En periodismo, así como ocurre en otras disciplinas, existen escuelas o movimientos que a lo largo de la historia han otorgado definiciones y criterios para el oficio. Entre ellas, se destacan dos. Por un lado, está la escuela estadounidense,  que en nombre de su trayectoria cultural ha defendido históricamente los estándares relacionados con la libertad informativa (sin admisión de ningún tipo de control); la objetividad y la veracidad, todo esto en medio de un centenar de ideas. Por otro, está la escuela europea, caracterizada por una mirada mucho más crítica de la profesión y dedicada a denominaciones precisas sobre el tratamiento informativo.

 

En ambas visiones, se dibuja un perfil profesional y se establecen criterios para abordar en el uso práctico de la carrera. Y acá aparece un primer problema: ¿A quién le damos la razón? Aunque parezca sencillo, en ambas posiciones hay cuestiones que al día de hoy se siguen discutiendo, por ejemplo, temáticas referidas a la existencia de la objetividad, la posibilidad o no de hablar o de alcanzar la veracidad -y ante todo- qué entendemos por el trabajo del periodista.

 

El catedrático español Miguel Rodrigo Alsina, en su libro “La construcción de la noticia”, menciona algo significativo. Para él, lo curioso del rol periodístico radica en que es visualizado como “la tarea de informar” y así lo replica la gente. Y no es un dato menor. En este sentido, pensar que los medios, o más específicamente los comunicadores, sólo informan, no es sólo un problema de concepción, si no de sentido real de la tarea.

 

Los periodistas no informan, construyen. El sólo hecho de abordar un caso, de tomar decisiones (que van desde optar por el título hasta seleccionar fotos, paratextos y sentido semántico) ya implica un trabajo de producción y toma de posición. Por lo tanto, y en esto Stuart Hall aportó una teoría fundamental, los periodistas cumplen un papel social elemental que es el de “construir una realidad social simbólica” que será consumida y vivenciada por los públicos. Así, en este paradigma, la información es un producto (creado por alguien) que se coloca en un circuito (canal) y de esta forma le llega a un público-consumidor. No es otra cosa que la explicación de oferta, circuito y demanda tan reconocida en términos económicos. “La materia informativa, dirá Hall, es una mercancía, tiene un valor indiscutido y como tal transcurre en el sistema”.

 

Visto de este modo, la tarea principal radica en poder comprender la responsabilidad que acarrea el rol del comunicador como constructor, y también, la impostergable decisión profesional a la hora de definir cómo será ese producto informativo.

 

Ya no se discute la objetividad, dado que a esta altura las teorías de comunicación han ayudado a correr el término y se ubican en posiciones más cercanas a la Hall. “No hay posibilidad de objetividad cuando quien opera en la realidad es un sujeto, sí debe existir honestidad y responsabilidad, pero son cuestiones subjetivas”.

 

Tampoco podemos hablar de “veracidad”, en este punto el terreno filosófico nos dejaría sin palabras. La verdad es una alternativa que escapa a las posibilidades concretas, aunque en periodismo la busquemos con ahínco, lo que verdaderamente podemos asegurar es la proximidad a la univocidad que se traduce en el buen uso de fuentes, el compromiso en la búsqueda informativa y la certeza de la buena fe.

 

No hay mucho más bajo el sol, pero no es un detalle menor repensar qué estamos diciendo en las aulas cuando hablamos de periodismo, periodistas, roles y funciones profesionales. La claridad sí es un factor destacable a la hora de dar a conocer, y en este caso, compete a los educadores hacerse cargo de lo qué dicen, cómo lo dicen, a quiénes y por qué

(*) Directora de Periodismo Universidad Abierta Interamericana.