Blancos exóticos y espumantes, los nuevos vinos de la costa argentina

Donde muchos sólo veían soja, trigo y maíz como en gran parte de la llanura bonaerense, Daniel Pi vio uvas. Hace seis años, el enólogo conoció las tierras de la estancia Santa Isabel, en Chapadmalal, y se preguntó si sería posible producir vinos a sólo 6 kilómetros del mar. “Fue un sueño de una noche de verano”, recuerda hoy Pi, que trabajó desde un principio con el ingeniero agrónomo Marcelo Belmonte investigando el clima y las condiciones de cultivo de la región.

Los comienzos no fueron fáciles. Acostumbrados al ecosistema de Mendoza, donde Pi y su equipo trabajan para bodegas Trapiche, tuvieron que lidiar con un contexto muy diferente. Vientos fuertes, más de veinte heladas al año, falta de mano de obra especializada y hasta plagas de cotorras. “Poco a poco fuimos resolviendo los inconvenientes. Capacitamos a los trabajadores de la zona para que aprendan a cosechar uvas. Plantamos álamos para frenar los vientos, usamos telas como coberturas para impedir que los pájaros se coman los racimos”, explica Pi, como quien relata una epopeya.

También a la hora de elegir las cepas tuvieron que ir por un camino diferente. Hasta ahora, salvo excepciones en zonas aledañas de la provincia, ninguna bodega había trabajado en el país a gran escala en climas costeros. Y la inexperiencia los obligó a experimentar. “En la Argentina, nuestra mentalidad nos dice que hay que plantar Malbec o Cabernet”, cuenta Ezequiel Ortego, también enólogo y sobrino de Pi, quien también trabaja en el proyecto desde su concepción. “Pero el Cabernet es de maduración tardía, y las heladas interrumpían ese proceso. Varias veces esas heladas arruinaron gran parte de la cosecha, pero fuimos aprendiendo a responder a eso”, cuenta hoy, orgulloso, mientras recorre los caminos entre viñedos mostrando cómo el sueño se hizo realidad en Costa & Pampa, la bodega que hoy cuenta con una capacidad de producción propia de 100 mil litros anuales y planea duplicarla en los próximos años.

El predio, al que cada día llegan grupos de visitantes para degustar los vinos como una rareza, tiene una extensión de 26 hectáreas y ahora cuenta con una estación meteorológica propia para prevenir imprevistos climáticos y monitorear las lluvias, factor clave. “Las precipitaciones anuales permiten cultivo secano, o sea, sin irrigación artificial”, señala Pi.

Después de estudiar otras zonas vitivinícolas similares del mundo – Nueva Zelanda, principalmente-, el equipo decidió plantar variedades de ciclo corto para elaborar vinos que Pi define como “tranquilos”. Y así como se aventuraron a cepas casi desconocidas en el país como la Gewürztraminer, para las próximas cosechas prometen sorprender con Albariño, Pinot Blanc y Pinot Meunier. Y no renuncian a los tintos: al Pinot Noir que ya lograron, le sumaron una parcela experimental de Merlot. “Creo que todos son vinos muy atractivos, de un perfil único en Argentina fundamentalmente por el clima marítimo, que está presente en cada uno. La vid es una planta muy rústica que se adapta muy bien a diferentes suelos y climas. Nosotros buscamos la peculiaridad de la costa”, concluye Pi.

Como muchos otros productores de la región, en Costa & Pampa esperan que el crecimiento de la oferta fomente el enoturismo y atraiga gran parte de los millones de visitantes que llegan al mar, especialmente los de Mar del Plata.

Uvas inéditas para una producción de alta gama

En un país donde los tintos pisan fuerte y el Malbec es la cepa emblemática, los vinos de la costa se distinguen por su originalidad y calidad. Fruto de un clima muy diferente al del resto de las regiones vinícolas (Mendoza, Salta, Patagonia) son blancos en su mayoría y, en algunos casos, se trata de uvas inéditas para el paladar local.

El Gewürztraminer, por ejemplo, es un novedoso varietal, muy aromático, que fermenta a muy bajas temperaturas. Costa & Pampa también está presentando un Riesling 2016, una cepa poco difundida para los argentinos, que en esta cosecha tiene un gran potencial de guarda. Otras opciones son más clásicas: Sauvignon Blanc y Chardonnay. Los espumantes, blancos o rosados, son blends de Pinot Noir y Chardonnay, elaborados según el método tradicional.

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Otras iniciativas en la provincia de Buenos Aires

Desde hace más de una década, diversos emprendimientos en la provincia de Buenos Aires auguran la posibilidad de que la región tenga su propia “ruta del vino”. Varios de ellos se encuentran en la zona de Sierra de la Ventana, como las bodegas Saldungaray, Cerro Colorado y Pampa Estate. Pero los viñedos pioneros entre los bonaerenses fueron los de Al Este, ubicados en la localidad de Médanos, a 40 kilómetros de Bahía Blanca. El proyecto, fundado por el ingeniero agrónomo Daniel Di Nucci en el año 2000, contó con la participación del enólogo italiano Alberto Antonini y logró reconocimiento internacional en 2009, cuando la prestigiosa revista Decanter destacó su Chardonnay 2008. Actualmente, una de sus variedades insignia es el Tannat, que forma parte de la línea de alta gama Terrasabia Reserva.

Para visitar las bodegas:

Costa & Pampa, en Chapadmalal

Av. Antártida Argentina km 16, Chapadmalal, Buenos Aires.

Visitas guiadas de lunes a domingo de 12 a 21 (última visita,19 hs.). Entrada y degustación de tabla de quesos y fiambres: $120. Reservas a info@cyptrapiche.com.ar. Tel. (0223) 464-4312/4313/4316.

Al Este, en Médanos

Ruta Nacional N° 22, Km. 732, Médanos, Buenos Aires.

Reservas para visitas a daniel@dinucci.com.ar y al tel. (0291) 15 503 7071.

fuente: Clarín