Se enamoró, fracasó, se recuperó y creó un gigante europeo con inspiración argentina

La Franco Argentine fue fundada hace 31 años, en 1990, por el argentino Gonzalo Cruz. “Fuimos pioneros de la gastronomía argentina en Europa; reconocimos el dulce de leche como un producto faro y creamos el ‘mercado nostálgico’”, cuenta a LA NACION.

La empresa se fue expandiendo desde la planta inicial en Vervins (Francia) y hoy cuenta con siete oficinas en España y Francia, una fábrica de 5200 metros cuadrados en Sains-Richaumont, 40 tipos de dulce de leche (producen 200 toneladas al mes), 80 empleados y arrancaron con la cadena de tiendas “Gusto Argentino”.Cruz recuerda que se fue en 1985 de la Argentina porque soñaba con “dar la vuelta al mundo” -por aquel entonces estudiaba Filosofía, carrera que terminó mucho después en La Sorbona-, durante tres años viajó por Latinoamérica, Asia y Europa. De aquellos tiempos tiene muchas anécdotas en las que se mezclan varias de haber “flirteado” con el peligro.

Cuando llegó a Francia se enamoró de quien hoy sigue siendo su esposa y decidió instalarse, frenar su periplo. Su mamá le ofreció hacerse cargo de un local en España para importar flores desde la Argentina (ella se dedicaba al armado de arreglos florales). “Para mí hacer eso durante tres años fue muy estructurante; no podía pagar a nadie e hice todo, aprendí contabilidad, comercio internacional, ventas, todo”, repasa.

En ese contexto, deciden casarse con su novia para instalarse en Francia y hacen, antes, un viaje a la Argentina. Ellos dos, su cuñado y un amigo inglés: “En todas partes comían dulce de leche y ellos estaban encantados. Entonces se me ocurrió ‘qué tal si nos ponemos a hacer dulce de leche en Europa’. Fue sembrar una semillita”.

Ya en Francia Cruz comenzó a trabajar el proyecto con la ayuda de su hermana mayor recién recibida de ingeniera industrial: “Una locura, montamos un plan de negocio a la distancia, por cartas con una llamada telefónica cada tanto. De los primeros análisis de mercado resultaba que el sabor era muy dulce para el paladar francés. La ayuda de Guillermo Hoff, director de la Escuela Agrícola de 9 de julio fue clave, nos ayudó a conducirnos en el error”, dice.

Cruz recuerda perfectamente que la primera producción de dulce de leche en La Franco Argentine coincidió con la derrota de la Argentina frente a Camerún en el Mundial de 1990. “Salió muy mal, un desastre -apunta-, la segunda vez, otro desastre. Tirábamos kilos y kilos. La tercera fue perfecta y a la Selección le iba bien… Pero no duró y otra vez, error. ¡Cómo algo tan simple era tan difícil!”.

La decisión fue seguir adelante porque estaba endeudado con su suegro. “Nuestra única posibilidad era el éxito; acumulamos cinco años de déficit -sigue el relato-. Hacíamos un enorme esfuerzo comercial y, en el sexto año, comenzaron las buenas noticias. Hubo una aceleración de beneficios a tal punto que cubrieron el rojo y quedamos en equilibrio”.

La inversión original fue de unos US$150.000, el equivalente a US$1 millón de ahora. Cruz tiene presente un viaje a la Argentina en 1998 para comprar máquinas nuevas porque la empresa ya había empezado su expansión; entonces sus amigos le decían que al país le iba muy bien, que ganaban “fortunas” y lo invitaban a regresar.

“Les repetía que, por el momento, no me interesaba. En 2001, cuando en la Argentina se desmoronó todo allá ya teníamos la red comercial de dulce de leche y avanzábamos con otras ideas. El cambio de Gobierno no define el rumbo de los negocios, es uno el que tiene los naipes, el Gobierno puede hacerlo más o menos fácil, pero no se arranca siempre de nuevo”, señala.

Además de la producción de dulce de leche, la empresa es una importadora grande de productos argentinos (yerbas, vinos, galletas, alfajores, golosinas). Hace un año crearon “Gusto Argentino”, una marca paraguas que incluye una cadena de tiendas de alimentos, cuya elaboración tercerizarán.

“La idea es tener una marca emblemática porque el consumidor desconocedor está perdido cuando ve tanta variedad; apostamos a construir una marca para un público que ya no es el nostálgico”, dice Cruz. Por supuesto, en paralelo seguirán con las suyas de dulce de leche y con el que fabrican para otros.