Un «deporte de reyes» hace milagros de inclusión entre los chicos de las villas del padre Pepe

«Cricket sin Fronteras» es el nombre de un programa que anima Daniel Juárez. Un equipo de barrios carenciados viajó al Vaticano a jugar un amistoso con el team de la Santa Sede.

Deporte british si los hay, casi desconocido en nuestro país y escasamente practicado, reservado a algunos colegios ingleses, casi todos privados. Y, sin embargo, hoy existen equipos de cricket en los barrios carenciados que pastorean los curas villeros coordinados por Jorge Bergoglio en sus tiempos de Arzobispo de Buenos Aires.

No sólo eso, el 4 de octubre pasado, el equipo formado por chicos de esos barrios viajó al Vaticano para disputar un partido con el seleccionado de cricket de la Santa Sede. También hubo un encuentro con el Pontífice argentino, quien promovió el programa Cricket sin Fronteras en sus tiempos de arzobispo y ahora pudo bendecir al equipo ni más ni menos que en la Plaza San Pedro.

Daniel Juárez, por varios años entrenador del Seleccionado Nacional de Cricket de Argentina –se retiró en 2016- trabaja con José María Di Paola, el padre Pepe, desde hace casi 12 años, como contador, que es su profesión, administrando la economía de algunas parroquias del Arzobispado, entre ellas, la de la villa 21-24 de Barracas, Virgen de los Milagros de Caacupé, hoy pastoreada por el padre Toto de Vedia, ya que Di Paola está ahora en José León Suárez, en la villa La Cárcova. Así surgió la relación entre ellos y desde entonces Juárez siguió colaborando con la obra de la pastoral villera.

En esta charla con Infobae, explica cómo este deporte «de reyes», de gentlemen, no sólo ha entrado en las villas sino que se ha convertido en un puente de inclusión para muchos chicos de la calle, abriéndoles la perspectiva de un mundo que no conocían.

— ¿Cómo surgió la idea del criquet que entre nosotros es un deporte casi extraterrestre?

— Es un deporte rarísimo. Yo soy un ex jugador de criquet del Lomas Athletic. Y conocí el juego por mi hijo, que iba a un colegio inglés. Empecé jugando con mi hijo, después fui entrenador de la Asociación de Criquet y manager de la selección. Así se me ocurrió aplicar esta herramienta en la villa.

Como es considerado el deporte de los caballeros, pensamos que era una buena estrategia para empezar a bajar una línea de respeto, de manejo de grupo, de transmisión de valores

—Ahora, ¿por qué el criquet? Porque podría haber sido el fútbol u otro deporte…

— La idea era así: como yo ya venía con este conocimiento del deporte y estábamos viendo con Pepe qué otra alternativa podíamos brindar desde la parroquia a la comunidad, en un momento en que la villa estaba complicada a nivel de enfrentamientos; ya había fútbol, baseball, handball, deportes más tradicionales. Entonces dijimos por qué no hacemos criquet que no lo conoce nadie, es una cosa de lo más rara. Además, como es considerado el deporte de los caballeros, pensamos que era una buena estrategia para empezar a bajar una línea de respeto, de manejo de grupo, de transmisión de valores. Esos fueron los fundamentos de la idea. Lógicamente, Pepe se lo planteó al entonces Cardenal Bergoglio, que era el arzobispo, le gustó la idea, dijo que le diéramos para adelante y así surgió el proyecto.

— Para armar el primer equipo, ¿convocaron a chicos de la parroquia Caacupé?

— Algunos chicos eran de la parroquia y otros no, porque el programa apuntaba a chicos que no participaban para poder captarlos. Chicos de la calle, con problemas de adicciones. Queríamos hacer prevención. El primer equipo entonces se armó con chicos mezclados, no sólo de la parroquia.

— Y cómo es el equipo ¿Con cuántos jugadores?

— El equipo se forma con once jugadores. Como el fútbol. Lo que nosotros hacemos es mezclarlos y jugar entre chicos y chicas. Lógicamente, las competencias internacionales son o de varones o de mujeres. Pero nosotros los mezclamos para trabajar mejor en la cuestión inclusión.

— ¿En Argentina el criquet está organizado, hay una federación?

— El criquet acá está dirigido por la Asociación de Criquet Argentino que nuclea aproximadamente, entre clubes y colegios, ocho o nueve instituciones.

— ¿Son colegios privados ingleses especialmente?

— Sí, en general son privados ingleses. Está el San Albano, el Lomas Athletic, el Belgrano Athletic, el Hurlingham, el colegio San Jorge de Quilmes, el colegio Barker. Son muy pocos.

— Es un deporte muy inglés.

— Netamente inglés; este deporte siempre fue cerrado a la comunidad británica, en un 97 por ciento, es una cultura. Yo no soy descendiente de familia inglesa, mi apellido es más gallego que otra cosa. Tengo más ascendencia mexicana que… Pero bueno, lo usamos, como decía, como herramienta de inclusión.

— El fútbol también era muy inglés y ahora es del mundo.

— Sí, sí. Ahora, algo poco sabido es que el criquet es el segundo deporte después del fútbol que más movimiento económico y de competencia tiene.

— ¿A nivel mundial estamos hablando?

— A nivel mundial. Sí, sí, es el segundo después del fútbol.

— ¿En términos de dinero?

— De dinero, sí. Y es más, en Asia, en Sudáfrica, en India, en Oriente en general, las apuestas de criquet mueven mucho más que las apuestas de fútbol.

— ¿Es ese juego que uno ve en las películas británicas en el que se cubren la tibia con una protección?

— Sí, tenemos la protección de la pierna. Es como el baseball que, de hecho, deriva del criquet. Nosotros en vez de jugar en un cuadrado jugamos en un rectángulo, y el bate nuestro en vez de ser un bate redondo como el del baseball tiene la forma de un remo pequeño. Es muy clásico allá y para nosotros insólito. Pero bueno, a pesar de esto el Papa cuando asumió creó un equipo en el Vaticano.

— ¿En el Vaticano?

—Él quería unir a la Iglesia Anglicana con la Católica y supuso que este deporte podía sumar. De hecho, están jugando con las ligas inglesas…

— ¿Quiénes integran ese equipo del Vaticano?

— Son seminaristas. Y dentro de ese equipo, con el cual nosotros fuimos a jugar, hay seminaristas de origen indio, pakistaní, sudafricano… Tienen una técnica de juego muy superior a la nuestra, pero lejos. Igual la idea de este viaje no era la competencia, sino el mensaje que quería dar la Santa Sede al mundo. Decir: América está iniciando la inclusión y este es uno de los programas para ese fin. Porque fuimos el primer equipo de toda América, nunca había ido un equipo de acá a jugar con ellos.

— ¿Qué han logrado con este programa? ¿Qué le pasa a un chico que empieza a participar en esto?

— Esto sirvió para dos o tres cosas. El mensaje original era como dije, del Vaticano hacia la comunidad internacional, de trabajar con jóvenes de la periferia, tanto en prevención como en inclusión. Más allá de mi experiencia como manager de la selección, yo estuve siete años haciendo ese trabajo, y cuando uno lleva a un chico de estos, cuando se los saca del entorno del barrio a ellos se les produce como un crack, ven que hay otra cosa y además han hecho un esfuerzo para llegar allá. No es que nosotros les decimos te regalamos esto como si fuera un viaje de egresados. No, no, es un trabajo de mucho tiempo.

— Claro.

— Hay chicos que hace más de tres años están con nosotros trabajando. Uno de ellos le dijo a un medio italiano: «Yo la peleé y la luché para estar acá». No es simplemente tomar un grupo de pibes, ir a jugar afuera y ya está. No, no, es un trabajo serio que se viene haciendo. Porque, y es algo que quiero aclarar, la inclusión que hacemos nosotros no es simplemente darle al chico contención temporal, alimento y ya está, ya lo incluí; eso es asistencialismo barato. Nosotros hacemos verdadera inclusión. Charlamos con ellos, tratamos de hablar con la familia, nuestro trabajo lleva mucho tiempo, a veces demoramos más de un año para poder llegar a uno de estos chicos. No es simplemente agarrarlo el fin de semana, entretenerlo dos horas y después devolverlo a la casa. No, tratamos de que se lleve algo para modificar su estructura de base, porque la mayoría son chicos de la calle, para que vean que hay un futuro mejor y poder alejarlos de la droga y de la delincuencia.

— ¿Podríamos decir que hay una inclusión cuando el chico tiene un proyecto de vida? Cuando empieza a pensar que puede proyectar…

— Claro, es lo que les pasa a nuestros chicos, no solo con este viaje, con todo lo que nosotros hacemos. Esta vinculación les hace ver que hay otra cosa y que esforzándose pueden llegar. Los sacamos de este patrón que trae de la calle. Es el objetivo final nuestro. El viaje se dio porque nos invitó el Vaticano. En el año 2014 ganamos un premio mundial, que acá no salió como noticia, cuando entre 110 países nuestro proyecto fue el elegido. Hablo de 110 países de todo el mundo que presentaron proyectos de inclusión. Pero acá no nos dieron bolilla. Ahora estamos nominados para el premio Poliedro, que otorga la Comisión de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Argentina. Somos siete los finalistas, seleccionados entre miles de proyectos.

— ¿A cuántos chicos involucra este proyecto?

— Actualmente tenemos casi trescientos, los de las villas pero también chicos de tres colegios de José León Suárez. De hecho, en el grupo que viajó hay dos chicos de las escuelas 39 y 51, estatales. Eso se fue dando desde el año pasado, los colegios tomaron este deporte como si fuera una materia y tratan de desarrollarlo dentro de los colegios.

— ¿Edades?

— Desde los 8 años hasta los más grandes que tienen 25.

— ¿Algunos de ellos han pasado a su vez al seleccionado?

— Durante los últimos seis años, siempre tuvimos dos o tres en la selección argentina. Dos de los que viajaron ahora fueron campeones sudamericanos 2016, en Brasil.

— ¿Argentina fue campeona sudamericana el año pasado?

— Sí, en Brasil. Este año fue en Chile pero nosotros no participamos porque teníamos este viaje a Roma.

— ¿Sigue entrenando a la selección nacional?

— No, dejé en diciembre del 2016, renuncié porque no podía. Pero quiero este proyecto, hace muchos años que lo estoy trabajando, y noto que podemos hacer un cambio realmente.

— Tengo entendido que tuvieron visitas de Inglaterra…

— Sí, el año pasado, gente vinculada a la International Criket Council, que es como la FIFA del cricket, se contactó con nosotros y quiso conocer el proyecto. Son aproximadamente doce familias inglesas, les gustó el proyecto y vinieron a conocer y a donar equipos. Equipo de Inglaterra, porque el equipo nuestro es todo importado, no hay nada nacional.

— ¿Nada nacional?

— No, no, acá no se fabrica. Bueno, hasta ahora, luego comento algo sobre eso. Pero esa familia vino el año pasado y nos trajo una donación de equipos. Y este año un representante de esa familia nos acompañó, fue directo a Roma para estar con nosotros, cuando se jugó el partido. Cada tanto nos dan algún tipo de donación, una ayuda económica como para que sigamos adelante. Alguna donación nos hace la propia Iglesia y después los fieles, o el cuerpo técnico. Creo que debe ser uno de los pocos cuerpos técnicos que ponen plata en vez de recibirla.

— Claro.

— Pero lo que quería contar es que en este viaje llevamos dos bates de madera hechos por los reclusos del penal 46, de San Martín. Es muy cercano a donde nosotros entrenamos.

— ¿No es el mismo penal donde juegan al rugby?

— Claro, sí. La idea fue que el sector de carpintería hiciera los bates para que cada chico de la villa tuviera su propio bate, si no, no podemos solventarlos, son carísimos, cuestan entre 150 y 180 dólares. Entonces la idea es que ellos, junto con el centro de recuperación de adicciones que tiene el padre Pepe, terminen los bates y se los regalen a los chicos.

— ¿De qué madera se hacen?

— Es toda una historia eso. Tiene que ser una madera especial. La dona una empresa francesa que trae maquinaria a la Argentina. Dona la madera con la que viene embalada, es una madera que hacen en Francia. La usamos porque está preparada. No es la madera inglesa de los bates originales pero nos sirve para lo que necesitamos. O sea que fijate que hay todo un abanico de…

— … de cooperación.

— Claro.

— Supranacional.

— Sí, además esa empresa ha llenado el depósito del penal de madera para que los presos hagan muchas otras cosas. Ahora a nosotros nos van a hacer además de los bates parte del equipo que usamos.

— ¿El equipo qué sería, los trajes, los bates, la protección y qué más?

— Los trajes los hacemos acá, todo eso es ropa común de equipo.

— Que es blanco ¿no? Se visten de blanco.

— No, por lo general usamos el blanco cuando es algo muy tradicional, ahora le metemos color para que sea más alegre. El equipo consiste en la protección para las piernas, guantes, casco y la bocha que es de cuero. Es parecida a la del baseball y tiene una costura en el medio que hace es que gire en el aire y caiga. Es un deporte raro.

— (Risas) Ya lo creo.

— Complicado, difícil de explicar. Parece al revés, pero la gente se termina enganchando por la curiosidad. Y tiene un pequeño plus que como está todo en inglés, se despierta el interés, y también apuntamos un poco a eso. Directamente los obligas a que empiecen a estudiar el idioma inglés.

— Es la famosa motivación…

— Bueno, ahora que vinimos de Italia, están todos los pibes desesperados por aprender italiano. Ya contactamos una profesora que les va a empezar a dar un curso básico como para que se puedan comunicar, por ejemplo, con los seminaristas que conocimos.

— Qué interesante…

— Sí, y la apertura que generó esto es muy grande, muy grande. Por eso queremos mostrarlo. El año que viene tenemos un montón de actividades. Y en diciembre, la gente de Chile festeja el centenario del cricket allá, y quieren que vaya una delegación nuestra.

FUENTE: INFOBAE.COM
Nota realizada por:
Por / cpeiro@infobae.com