Yellow Submarine. Un proyecto entre dos amigos que incluye ballenas y pingüinos

 

ulitte Decré y Tiño Resnik son dos empresarios turísticos de la Patagonia que este año tuvieron que cancelar los cientos de paquetes vendidos a los viajeros a los que suelen llevarlos a conocer las maravillas naturales del Mar Argentino.

Ella, francesa y radicada en Buenos Aires, se encarga de la operatoria comercial y la promoción de los productos frente a las operadoras de viajes receptivos (que reciben turistas extranjeros) y él, oriundo de Puerto Madryn, es quien coordina las experiencias locales.

Con su Yellow Submarine para ver a las ballenas francas y la reserva El Pedral,donde vive una colonia de pinguinos magallánicos, hacen realidad el sueño de grandes y chicos de distintos lugares del mundo que llegan al sur argentino, un destino exótico con todos los componentes de la aventura: ver frente a frente a estos animales maravillosos en sus respectivos hábitats naturales de las costas chubutenses.

Tinio y Julitte: primero turista y capitán,luego amigos, luego empleador y empleada, finalmente socios en el Yellow Submarine y El Pedral.
Tinio y Julitte: primero turista y capitán,luego amigos, luego empleador y empleada, finalmente socios en el Yellow Submarine y El Pedral. Crédito: Gentileza

Una amistad que se afianzó en los negocios

No fue fácil conseguir que Tiño la aceptara como socia comercial. Lo convenció en el 2012, después de años de amistad y de trabajar juntos, ella como su empleada en la oficina argentina en el rol de venta y promoción. Él se había comprometido con el gobierno de Chubut, al conseguir la licencia para operar el avistaje de ballenas en Puerto Madryn, a ofrecer un producto único, inédito en la Argentina y probablemente en el mundo: iba a construir un barco con fondo de vidrio, como los del Caribe, para que los viajeros pudieran ver a las ballenas no solo en la superficie al momento de dar sus majestuosos saltos, sino dentro del agua, moviendo sus cuerpos gigantes con placidez.

Ballena franca austral

El costo del Yellow Submarine fue de 397.000 dólares, sin contar la construcción del trailer, del transporte por tierra, y otros. El proyecto demandó una inversión total, hasta comenzar a funcionar, de 572.641,56 dólares. Era mucha plata y había que pedir créditos para poder encargar la construcción en un astillero de Mar del Plata. Así que entre los dos, mitad y mitad, pudieron concretar la idea. El Yellow Submarine fue construido desde cero y en noviembre de 2013 se botó el barco en el puerto de marplatense. Pero a Puerto Madryn hubo que llevarlo por tierra para que arribara en perfecto estado sin someterse al maltrato de eventuales temporales. «También pensamos que a nivel marketing era más divertido cruzar La pampa con un barco amarillo», confiesta Julitte. «Eso ayudó a dar a conocer el producto,generar el boca en boca, porque en cada ciudad que paraba la gente salía a ver qué era esto».

Desde ese momento, el 15 de julio del 2014, el barco empezó a llevar pasajeros, 50 por cada salida de una hora y media, que es el tiempo permitido para proteger a las ballenas. «Fue un éxito rápidamente, el barco es muy innovador y las ballenas son tan curiosas que se acercaban un montón, lo que favorecía verlas desde el ventanal de vidrio. Ellas nos miran a nosotros también», cuenta. Si bien la temporada es de junio a diciembre y tienen otras dos lanchas para hacer el avistaje tradicional, el Yellow solo opera de julio a octubre, que son los meses en los que las ballenas más se acercan a la costa.

Así nos ven: esto es lo que observan las ballenas cuando se acercan al Yellow Submarine
Así nos ven: esto es lo que observan las ballenas cuando se acercan al Yellow Submarine

El viaje por tierra desde el Astillero Federico Contessi en Mar del Plata hasta Puerto Pirámides en la Península Valdés fue toda una aventura.

El operativo para subir el Yellow Submarine al camión que comenzó la peregrinación por la ruta demandó horas de logística y la participación de varias empresas de apoyo para facilitar la salida de Mar del Plata. En este proceso el actor principal fue el camión de Servicio Oeste, la empresa que se encargó de subirlo, de 24 metros de largo con su carga arriba, que alcanzó los 6,40 metros de alto, y también los operarios de EDEA, la prestadora del servicio eléctrico, y de Cablevisión, para levantar los cables que se interponían en el camino del convoy. También hubo vehículos de Vialidad Nacional y los motociclistas de la Dirección de Transporte y Tránsito que ordenaron el flujo vehicular para darle vía libre a la caravana cuando salió del puerto. El martes 21/01, después de una semana de viaje, llegó a Puerto Pirámides el Yellow Submarine.

El yellow submarine en datos:

  • Algunos datos técnicos pueden ayudar a darse una idea de cómo es el Yellow Submarine:
  • Fue construido por el astillero naval Federico Contessi, en Mar del Plata, y luego transportado por tierra hasta Puerto Pirámides.
  • La embarcación, de 17,20 metros de eslora y una manga de 4 metros, está inspirada en las naves que se utilizan para observaciones submarinas en la barrera de arrecifes de Australia, en el Caribe y en el Mar Rojo.
  • La misma fue construida en acero naval, granallado y pintado, totalmente soldado.
  • Dimensiones: 17,20 m de eslora. 4,00 m de manga. 2,10 m de calado.
  • Peso total: 47 toneladas
  • Material del casco: acero naval
  • Capacidad: 50 pasajeros (con tripulación)
  • Visibilidad cubierta superior: 360°
  • Visibilidad cabina submarina: 40 ventanas
  • Motorización: 2 x Mercury Verado 275 HP
  • Velocidad de crucero: 6 nudos

Después de las ballenas, llegaron a los pingüinos

Colonia de pingüinos en Punta Ninfa, El Pedral.
Colonia de pingüinos en Punta Ninfa, El Pedral.

Al año de poner en funcionamiento el Yellow Submarine, Tinio apareció con una nueva idea. Había conocido El Pedral, una colonia de pingüinos a 70 kilómetros de Puerto Madryn en donde estaba a la venta una casona antigua ideal para instalar allí un hotel de campo. El lugar había sido construido en el año 1900 por Felix Arbeletche, nacido en Ayherre en el país vasco, un emprendedor de la época que había arribado a los 19 años a la Argentina. En una carreta y con un rebaño de ovejas, él y su mujer, llegaron a la península Valdés adonde compraron tierras fiscales para construir El Pedral. En un principio vivieron en unos ranchos en la península hasta que juntaron la plata para adquirir las tierras en las que los Arbeleche construyeron la casa que todavía mantiene el estilo original de la arquitectura típica del país vasco en medio de la estepa patagónica. Allí con el tiempo se fue instalando una colonia de pinguinos «unos inmigrantes que lelgaron después de los Arbeleche», como cuenta Julitte.

Casco antiguio El Pedral
Casco antiguio El Pedral

Empezaron a ocupar el lugar en el 2008 con muy poquitos nidos. En ese momento el dueño de la casa, un belga instalado en la Patagonia, llamó a Pablo Borboroglu, especialista de la Global Penguin Society, quien los asesoró para proteger a la comunidad. «Gracias a Popi la colonia de Punta Ninfas fue creciendo de una manera alucinante. Cuando compramos El Pedral, también seguimos asesorandonos con él y hoy ya hay 2597 parejeas de pinguinos en la colonia. Es un regugio de vida silvestre y así lo conservamos», explica.

El caso antiguo de la estancia funciona como hotel de campo y por otro lado, tantos quienes allí se alojan como pasajeros que llegan desde Puerto Madryn pueden pasar un día de campo en las instalaciones de el Pedral, incluida una visita a los pingüinos que puede hacerse entre los meses de septiembre a abril, antes de que se vayan en busca de más alimento a las aguas de Brasil.

Enfrentar la pandemia: mucho más que dos

Este año, por la pandemia todos los paquetes vendidos tuvieron que cancelarse y las pérdidas económicas fueron difíciles de sobrellevar, pero son optimistas. «Sabemos que vamos a volver a operar, la gente va a volver a viajar. Solo necesitamos una fecha estimativa a futuro para poder trabajar con planificación», comenta sobre la coyuntura Julitte.

El Pedral de noche
El Pedral de noche

Y añade que para mantener los sueldos de los empleados accedieron a la ayuda del IFE pero también los ayudó en una forma inesperada la acción solidaria de una empresa de cervezas que les compró a ellos y a otros prestadores turísticos del país, una cierta cantidad de noches de alojamiento en el hotel de campo El Pedral, en forma anticipada. «Ya nos pagaron y eso representó un gran alivio para poder mantener el negocio a flote. Por un valor de 250 mil pesos Corona nos compró estadias y excursiones a la colonia de pinguinos, al apostadero de elefantes marinos y visita al faro de Punta Ninfas, con guía bilingüe», cuenta Julitte al tiempo que admite que ella está más preocupada por la crisis del sector que su socio Tiño, emprendedor nato y argentino ducho en capear las malas rachas. «El ya pasó tantas crisis en la economía del país que no tiene miedo de nada, se preocupa mucho por cuidar a sus colaboradores, le encanta lo que hace: ¡de chico buceaba con las ballenas en el mar frío del Atlántico!, todo esto es una pasión para él», narra Decré.

 

FUENTE: La Nación