Fernando Navarro tiene 20 años y decidió usar la ayuda estatal para comprar los insumos para hacer pan, alfajores de maicena y tortas.
Hay quienes afirman que a las nuevas generaciones no les gusta trabajar. Que son conformistas, que no tienen metas. Pero Fernando Navarro (20), un joven cordobés de San Francisco, San Justo, es un buen ejemplo de todo lo contrario. Con el bono de 10 mil pesos del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), que el Gobierno dio por la pandemia del coronavirus, inició un emprendimiento: puso una panadería en su casa.Apenas cobró la ayuda estatal, consultó con su familia y su mamá le dijo que invirtiera en su sueño. A él le encanta cocinar desde muy chico. En 2014 ingresó a la Asociación Civil La Luciérnaga de San Francisco, un espacio donde se formó y empezó un taller de panadería y repostería que le permitió conocer y explotar una parte de la gastronomía que lo terminó enamorando.En 2017, cuando ese mismo taller abrió su propia panadería, “La panificadora de La Luci”, él trabajó hasta su cierre en 2018. A partir de ese momento, produjo desde su casa, fin de semana por medio, para poder comprarse ropa. “Era una changa, no me interesaba tener plata. Ahora, el contexto de la pandemia me ayudó a hacer un click”, le dijo Fernando a Clarín.
El joven atiende el llamado de este diario con alegría. Se nota que este nuevo paso en su vida lo ilusiona. “Estaba leudando el pan y recién lo metí al horno. Ahora estoy haciendo unos alfajorcitos de maicena que me encargaron. No le aflojo, es algo que soñaba. La cantidad de gente que me escribe es increíble”, cuenta Navarro, quien, luego de una entrevista que le hicieron desde el diario La Voz de San Justo, no para de recibir nuevos clientes.
Fernando ya era conocido en el barrio por las cosas ricas que cocinaba y siempre lo alentaban a que se la juegue por lo que quería.
“Me pedían que produzca más. Esta vez me lo tomé en serio. Le dije a mi vieja si quería los 10 mil, porque ella siempre estuvo para mí. Como para que comprara lo que ella necesite. Y me dijo que no, que me lo quede y lo invierta en mi sueño”, expresó.
Pensó en hacer todo tipo de sandwiches, pero se dio cuenta de que sin los chicos yendo a las escuelas ese rubro no iba a funcionar. Entonces, luego de charlar con su madre determinó que iba a producir pan de campo y alfajores de maicena. Además, toma pedidos de los vecinos o gente que le escribe al Instagram que abrió por su proyecto (@dulcesabor.sf). Le encargan hasta tortas de cumpleaños.
“Un jueves, de los primeros de mayo, cobré los 10 mil pesos y el lunes arranqué la producción con todo. Si le meto a este proyecto, lo hago con todo, porque es una oportunidad muy buena que tengo”, dijo.
Y agregó: “Hoy la plata vuela y con 10 mil pesos no podés hacer mucho. Pero para mi fue un montón, me ayudó para comprar lo principal: la margarina, la harina y la levadura para hacer el pan. Si me sobraba, compraba el dulce del leche y el resto de las cosas”.
El proyecto de Fernando no se detiene. “El mes que viene -comenta-, si es que cobramos los 10 mil, me voy a comprar la amasadora, que también es batidora. Después está el horno, pero es más probable que no llegue. La amasadora es lo principal que me va a ayudar, porque voy a poder hacer todo tipo de masa: pan, budines, de todo”.
Navarro está feliz. Sueña con poder abrirse un local propio y, posteriormente, más sucursales. “Abrir una panadería propia y producir el pan de cada día sería ideal. Y en un futuro me gustaría abrir sucursales por todo San Francisco, la región, la provincia y, obviamente, Argentina. Pero todo es de a poco. Todo recién comienza”, se ilusiona.
FUENTE: Clarín